Ciencias de la Educación

24 de julio de 2017

Contexto y Convivencia: Una opción pedagógica

Haber tenido la experiencia de participar en la Evaluación de Competencias Diagnóstica Formativa (ECDF), la cual empleó como elemento de diagnóstico la observación de un video que reflejaba mi práctica docente, me abrió un camino importante hacia la reflexión de cómo estaba sucediendo mi práctica como docente de matemáticas, de cómo me percibían mis estudiantes y qué elementos estaba ignorando durante la ejecución de mis clases.

Ana Orlen Jaime Coconubo

Haber tenido la experiencia de participar en la Evaluación de Competencias Diagnóstica Formativa (ECDF), la cual empleó como elemento de diagnóstico la observación de un video que reflejaba mi práctica docente, me abrió un camino importante hacia la reflexión de cómo estaba sucediendo mi práctica como docente de matemáticas, de cómo me percibían mis estudiantes y qué elementos estaba ignorando durante la ejecución de mis clases. Desde los resultados que arrojó este proceso, entendí cómo aspectos tales como: la caracterización del contexto escolar, el clima del aula y el nivel de interacción con mis estudiantes no eran lo suficiente para que mis intenciones pedagógicas tuvieran el impacto que deseaba. Sólo desde allí entendí la importancia de ser un observador externo de mi misma, de mi actuación como docente, como dinamizador escolar e, incluso, como ser humano. Tomando como punto de partida esta reflexión, así como lo señalado en los resultados de la ECDF, emprendí un plan de acción para empezar el proceso de mejoramiento de mi actuación docente. Para ello, realicé una encuesta de reconocimiento del contexto no solo de los estudiantes, sino de la propia institución en la que laboro.

Respecto a los estudiantes, caractericé el contexto socioeconómico y cultural, indagando sobre sus formas de vida, su núcleo familiar y su impacto en la vida escolar, sus intereses, sus pasatiempos, sus posibilidades hacia el uso y manejo de las TIC así como sus intereses académicos y proyección hacia el futuro, aspectos estos que no consideraba definitivos en la planeación de mi clase. Así mismo, hice una caracterización de qué aspectos estaban involucrados en el clima de aula, como la categorización de situaciones de tipo convivencial que tenían lugar y la identificación de estudiantes con Necesidades Educativas Especiales. Con ello, advertí el nivel de interactividad no solo con la docente sino entre ellos, las susceptibilidad a generar tensiones convivenciales, el trabajo colaborativo y en equipo.

Finalmente, efectué un análisis de cómo este contexto se relacionaba con los elementos normativos de la institución tales como el PEI y su modelo pedagógico. La información recogida en este ejercicio fue el insumo determinante para la formulación de una propuesta de innovación en mi práctica como docente de matemáticas.

Respecto a la conformación del núcleo familiar, encontré que la familia promedio de estos estudiantes es de estrato dos, constituida principalmente por los padres, hermanos y en ocasiones por algunos familiares en segundo grado de consanguinidad. Llamó mi atención que en el contexto familiar no existe un actor dentro de la familia que propicie la actividad académica o formativa.

Otro aspecto que evidencié es que en su mayoría, los estudiantes interactúan más con sus pares ya que el tiempo que comparten con sus familias es poco y limitado. Las condiciones culturales de su entorno, así como las posibilidades económicas de sus familias, no les permiten tener actividades de esparcimiento y recreación diferentes a las ofrecidas por el colegio. No obstante, hay que destacar que la población ha ido incrementando paulatinamente la posibilidad de conectividad a la red de Internet desde sus casas y es común que en la mayoría de las familias adquieran un celular inteligente y usen computadores domésticos para obtener información o para el uso de las redes sociales. Encontré en este hecho un punto de partida para orientar mi nueva práctica.

Desde la descripción mencionada se suscitaron los siguientes interrogantes que guiaron mi propuesta de intervención: ¿Cómo puedo generar actividades escolares que puedan vincular las familias? ¿Cómo puedo aprovechar la alfabetización tecnológica que poseen los chicos así como su acceso a distintos recursos multimediales para activar su interés por el aprendizaje de las matemáticas? ¿Cómo puedo aprovechar la constante interacción que tienen con sus compañeros para propiciar el aprendizaje colaborativo y el trabajo en equipo?

Una manera de responder a las carencias observadas en este contexto es poner a disposición de los estudiantes el uso de un software matemático que sea amigable para ellos, portable y con la capacidad de generar comunidades de aprendizajes. Es por ello que decidí intentar el uso de GeoGebra una herramienta que cuenta con la posibilidad de diseñar actividades de aprendizajes asincrónicas que pueden llevarse a cabo en cualquier lugar y momento en el que se halle el estudiante, en el colegio o en su casa.

Con relación al clima escolar, encontré que mis clases se tornaban un poco monótonas, en tanto que yo era la protagonista de la clase. Los estudiantes no interactuaban entre ellos a menos que fuera para generar tensiones convivenciales. Los temas parecían ser difíciles y no conectaban con la vida cotidiana. Me sentí abatida al reconocer esta condición pero al mismo tiempo entendí que mi práctica debía responder a esta necesidad. Por ello, decidí que además de usar GeoGebra debía plantear situaciones problema llamativas, interesantes y aunque requiriera de los formalismos matemáticos, tendría que ser de fácil comprensión.

Con estos elementos expuestos, se espera que los aspectos por mejorar que se evidenciaron en la ECDF se subsanen y mi práctica mejore y la interacción en el aula sea oportuna y asertiva.