Ciencias de la Educación

24 de agosto de 2017

Habitar el mundo: un propósito de la mediación pedagógica

Reencontrar la manera de habitar el mundo es una necesidad vital ya que se ha constituido en una carencia permanente en todas las dimensiones de la vida: el amor, el trabajo, el hogar, las amistades, etc.

Autor: Esperanza López Reyes

    Reencontrar la manera de habitar el mundo es una necesidad vital ya que se ha constituido en una carencia permanente en todas las dimensiones de la vida: el amor, el trabajo, el hogar, las amistades, etc.

    Habitar el mundo, poder SER, desarrollar la autonomía y crear el propio nicho es en últimas “la búsqueda de libertad”, diría que es una condición del corazón que afecta todas las etapas de la vida, es una búsqueda que va cambiando según el conocimiento que se adquiere pero, a la vez una búsqueda cuyo resultado se hace cada vez más difícil.

    Habitar el mundo será posible solo si logramos pasar de una cultura patriarcal caracterizada por relaciones que valoran la competencia, la guerra,  las jerarquías, el poder y el control, a una cultura matrística que según Maturana (1996) rescata relaciones basadas en el amor, la confianza, la ternura, la intuición, el trabajo solidario, la aceptación del otro, es decir, centradas en la armonía para lograr la convivencia  como una cultura acogedora de libertad.

    La mediación pedagógica es más que una propuesta metodológica que puede favorecer dicho cambio cultural, es una manera de re-imaginar los modos de ser y estar en el mundo, con el otro, una manera de fabricar y desarrollar sueños,  es un juego de ilusiones con el que cada uno puede llegar a colonizar su  espacio, y hacer tratos con el mundo. Su esencia educativa se centra en la forma de relacionarnos, a partir de miradas, tono de voz, manejo del espacio, gestos, posturas corporales, tono de la expresión como elemento que permite interpretar el sentimiento, en fin, todo aquello que va más allá de la razón para entrar al campo de la emoción que nos permite leer los signos no lingüísticos que inciden significativamente en los procesos de interacción social.

    Se puede decir que la mediación se vale de  “la palabra”  que incluye todo el cuerpo; desde “la piel, hasta lo más profundo: el sentimiento”  como acto de presencia solidaria que  permite acceder al conocimiento. Esta re-imaginación para habitar el mundo requiere de una atmósfera especial, vivificante, saludable, de participación, diversidad y confianza, con elementos de las relaciones que actúan como mediadores: la emoción, la sincronicidad, la subjetividad, el hábitat, la historia, la significación, la creatividad, el juego.

    Gutiérrez y Prieto, (1996) dicen  “Entendemos por mediación pedagógica el tratamiento de contenidos y formas de expresión de los diferentes temas a fin de hacer posible el acto educativo genuino, dentro del horizonte de una educación concebida como Participación, creatividad, expresividad y relacionalidad” (p.13).

     Darle sentido a la mediación, según Gutiérrez, requiere reconocer qué sentido viene de sentir, si se quiere dar sentido a lo que se hace, es evidente que el sentimiento, la intuición, la emoción, la percepción connotativa son el camino a seguir. Pues todo lo que el estudiante haga tiene que tener sentido para él, cualquier actividad, cualquier tarea sin sentido lejos de educar, deseduca. Este sentido según Gutiérrez (2010) “no se traspasa ni se enseña, se construye, se hace y rehace en un proceso de descubrimiento y enriquecimiento permanentes” (p.10).

    Si el sentido se hace y se rehace en el hacer cotidiano, resulta claro que el sentido, dentro de la práctica educativa tiene que ser pedagógico, porque requiere de un método; y en consecuencia, de estrategias y procedimientos. El  aprendizaje con sentido forma protagonistas, seres para los cuales todas y cada una de las actividades, todos y cada uno de los conceptos significan algo para la propia vida. (Gutiérrez, 2010, p.10).

Asumir el rol de mediador pedagógico significa pensar en el interlocutor, hacerlo vibrar, afectarlo, llegar a él, a su emoción y sentimiento. Podemos mediar entonces desde:

  • La forma: esto es trasmitir un mensaje de manera estética, que toque el sentimiento del interlocutor de modo que reinterprete y resignifique el contenido que se le presenta desde su propio contexto y mundo (Ej: conceptos complejos con representaciones humorísticas)
  • El tema: significa brindar la visión global del tema, su belleza y razón de ser para su vida cotidiana. Se caracteriza por ofrecer información clara, sencilla y organizada. (Ej: ofrecer fragmentos literarios,  imágenes impactantes)
  • El aprendizaje: implica brindar escenarios, procedimientos para que el interlocutor exponga sus habilidades,  destrezas, valores, comportamiento; un espacio que lo rete. (Ej: localizar fuentes, procesar información, recuperar percepciones)
  • Las relaciones: consiste en generar un entorno donde el otro pueda SER, estar allí tal como es, donde no sea juzgado, donde se reconozca la necesidad del otro y se respete como legítimo otro.

Este artículo es un abrebocas de la mediación pedagógica que durante las siguientes publicaciones seguiremos desarrollando así:

  • Criterios de diseño para la actividad pedagógica.
  • Presentación de técnicas didácticas como mediadoras desde el  aprendizaje.
  • Herramientas digitales que apoyan el proceso de mediación desde la forma.
  • Guías didácticas y sus formas alternativas de evaluación.

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Referencias

  • Gutiérrez P., Prieto C. (1996.) Mediación pedagógica. Universidad San Carlos de Guatemala.
  • Gutierrez, F. Prado C. (2010). Ecopedagogía y ciudadanía Planetaria.Valencia. Ed. Diálogos.
  • Maturana, H., Verden-Zoller, G.P. (1994). Amor y juego, fundamentos olvidados de lo humano. Santiago de Chile: Editorial Instituto de Terapia Cognitiva.