25 de mayo de 2020
La evaluación como mediadora de los procesos de enseñanza y aprendizaje en Educación Superior
Cristian Andrés Rojas Jiménez
En los escenarios educativos actuales, y particularmente en las Instituciones de Educación Superior -IES-, la evaluación se ha establecido como un mecanismo eficaz para valorar constantemente sus funciones sustantivas a luz de su propuesta educativa institucional y sus propósitos de formación planteados. Este ejercicio constante, ha permitido fortalecer paulatinamente las diversas instancias institucionales en aras de consolidar y mejorar los procesos formativos de los estudiantes y de sus egresados, sin embargo la transición entre el currículo oficial al oculto, ha generado disyuntivas importantes sobre el quehacer de la evaluación y con ello distorsionado su propósito colaborativo para el logro académico y formativo de los estudiantes.
Ahora bien, es claro que los diferentes tipos de aprendizajes que se dan al interior del aula o de las IES son un elemento fundamental para el desarrollo académico del estudiante y del futuro egresado, pues a través de una ruta formativa particular se incorporan saberes, capacidades, aptitudes y actitudes que resignifican su concepto propio de ser humano y ser profesional, es decir la diversidad de aprendizajes transciende circunstancialmente la vida del estudiante universitario, pero ¿qué permite el reconocimiento de estos tipos aprendizajes en el día a día un estudiante?…Así es, la evaluación.
En primer lugar, se debe reconocer que la evaluación “no es sólo un procedimiento mecánico que conduce a una calificación sino que encierra, por el contrario, dimensiones éticas de naturaleza nada desdeñables” (Guerra, 2003). En ese sentido, es necesario inicialmente que la evaluación sea un componente integrador entre los propósitos de formación expuestos en el currículo oficial con el currículo oculto, de tal manera que los aprendizajes y la técnicas de evaluación guarden coherencia entre lo que se planifica y lo que realmente se realiza en el aula.
En segundo lugar, es imprescindible reconocer el papel fundamental del profesor en los procesos de enseñanza y aprendizaje, pues es quien por medio de la evaluación reconoce las capacidades, debilidades y fortalezas de sus estudiantes, lo cual es significativo si se realiza un proceso formativo y de reconocimiento que le permita al educando alcanzar algún resultado de aprendizaje en particular, además sería pertinente que el educador se cuestionase lo siguiente: “¿cómo salen formados los aprendices?, ¿qué tipo de profesional buscamos?, ¿qué exigencias tiene la práctica y cómo las satisfacemos?, ¿cómo se hace la simbiosis teoría/práctica?, ¿cómo se forman las actitudes?” (Guerra, 2003). Este tipo de preguntas, además de las propias de la disciplina, deben ser objeto de reflexión constante durante cada uno de los procesos evaluativos que se realizan, pues a partir de ellos se puede lograr una aproximación a los resultados de aprendizaje esperados -RAE-, propósitos de formación y a los perfiles planteados desde el currículo oficial. En relación con lo anterior, lo descrito por Verdejo, Encinas, y Trigos, (2010) citando a Craddock y Mathias (2009), permite vislumbrar la importancia de la evaluación en los proceso de enseñanza y aprendizaje:
La evaluación de los desempeños puede tener varios propósitos en la Educación Superior. Por un lado, puede servir como un medio sumativo para calificar los logros de aprendizaje de un estudiante con el fin de facilitar su progresión académica y proveer certificados de logro. Por otro lado, puede servir como un indicador formativo del desempeño del estudiante, que puede servir como referente para el profesor, el estudiante, la universidad y los observadores externos. Por último, en su dimensión formativa, la evaluación puede servir para promover el aprendizaje a lo largo de la vida (p. 21)
En síntesis, “en el sentido de la evaluación de los aprendizajes en la educación superior, la pertinencia se da en la medida en que los programas universitarios se convierten en un puente que conecta permanentemente la información del afuera con el adentro, generando un enriquecimiento mutuo” (Cabrales S, 2008), lo cual le permite al estudiante dialogar con diversos saberes y tipos de aprendizaje que se dan a lo largo de su ruta formativa, además le permite al educador constantemente evaluar su práctica a la luz de los resultados y de los propósitos de formación planteados.
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REFERENCIAS
Cabrales S, O. (Junio de 2008). Contexto de la evaluación de los aprendizajes en la educación superior en Colombia: Sugerencias y alternativas para su democratización. Recuperado el 18 de Febrero de 2018, de https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/2692747.pdf
Guerra, M. A. (2003). Dime cómo evalúas y te diré qué tipo de profesional y de persona eres. Recuperado el 18 de Febrero de 2018, de http://www.facso.uchile.cl/publicaciones/enfoques/07/Santos_DimeComoEvaluas.pdfcitar
Verdejo, P., Encinas, M., & Trigos, L. (2010). Estrategias para la evaluación de aprendizajes complejos y competencias. Recuperado el 18 de Febrero de 2018, de http://www.innovacesal.org/innova_public_docs01_innova/ic_publicaciones_2012/pubs_ic/pub_03_doc03.pdf