Ciencias de la Educación

14 de diciembre de 2021

El desafío del contexto para el rol docente en Colombia

Luz Ahida Aguirre Arbelaez

El 28 de Abril del 2021 comenzó un estallido social en Colombia. En el marco de acción del paro nacional vivimos movilizaciones de gran magnitud, cacerolazos y derribo de estatuas. En medio de la estigmatización, la pasividad o la acción, docentes y estudiantes hicimos parte del evento. Muchos emprendimos una búsqueda para entender cuál era nuestro sitio en un contexto de inconformidad y ansiedad frente a la educación en el país, sentimientos que aunque con menos exhibición pública, se extienden hasta hoy. A partir de lo mencionado, este ensayo se plantea reflexionar respecto a nuestro rol como docentes y estudiantes a partir del despertar que se vivió en medio del paro nacional, para plantear algunas hipótesis en torno a las competencias que deberíamos consolidar para desempeñarnos en situaciones semejantes.

Este ensayo se organiza en tres partes: la primera aborda los hallazgos bibliográficos sobre el papel del docente y el estudiante en su contexto, tomando como referencia algunos pensadores de la pedagogía crítica, sin eludir los retos que pueden presentarse. La segunda parte se centra en describir cómo se vivieron estos roles en la escuela durante el paro a partir de la propia experiencia. La tercera parte propone una reflexión que ayude a retomar algunas competencias docentes para asumir un rol más activo en un contexto tan convulsionado como el nuestro.

La educación es una institución social que debería formar a los individuos para vivir en sociedad y aportar a la misma para que sea más justa. Por ello, el maestro debe encaminar sus esfuerzos a dicho proyecto humanístico. Como plantea Freire (2008), la educación tiene que preocuparse porque el individuo comprenda su realidad y su rol dentro de ella a través de un sentido crítico y participativo que lleve a la transformación social. En la misma línea, Kincheloe (2008) comprende que los docentes tendríamos entonces que estar intelectualmente capacitados para llevar a cabo esa tarea y convencer de su importancia a nuestros estudiantes y colegas. Igualmente, McLaren (2012) señala que hay que trascender el aula problematizando la cotidianidad con nuestros estudiantes para contribuir a los cambios sociales. En este aspecto, se reconoce entonces que los maestros somos actores políticos con el compromiso de intervenir y transformar, y que lejos de enfocarnos en un listado de objetivos y contenidos, nuestras prácticas deben reflejar el tipo de sociedad que aspiramos a forjar, poniendo el foco en la reflexión de las experiencias del contexto donde desarrollamos la praxis educativa. Asimismo, los estudiantes deben ser reconocidos como destinadores no destinatarios, pues ellos también son interlocutores válidos para establecer un diálogo crítico y reflexivo sobre la realidad.

Esta concepción de la educación y de nuestro rol a veces se aleja de lo que realmente ocurre ya que nuestras prácticas docentes y el actuar de los estudiantes están reglados por instituciones de poder que perdieron el horizonte de sentido. Fernandes (1988) considera que tanto educadores como educandos son sujetos de dominación y subordinación en un contexto asimétrico de relaciones de poder. De hecho, en los días que precedieron el paro nacional, una maestra de ciencias sociales fue recriminada en redes sociales por un sector político por el hecho de pedir a sus estudiantes investigar qué es un falso positivo[1]. También algunos alumnos fueron insultados por sus docentes por apoyar el paro de forma simbólica durante las clases[2]. Estos ejemplos muestran cómo la educación en Colombia es un elemento de segregación, que muchas veces nos invita a resignarnos, ya que impide tener un espíritu crítico y la capacidad de imaginar otros mundos posibles.

A pesar de estos eventos desafortunados, debemos insistir en encontrar espacios en la escuela para revalidar la importancia de intervenir en la educación dentro de la autonomía que nos queda para oponerse a ese sistema de opresión a través de la transformación de nuestra práctica. Para Perrenoud (2004), pese a la profunda desigualdad y contrariedades a las que la sociedad se ve enfrentada, el rol docente debe ser reflexivo y activo. No obstante, también reconoce que cada enseñante “adopta…un perfil propio” (p. 194) ante el papel de la escuela en la sociedad. Esto lo experimenté en mis actividades pedagógicas cotidianas como maestra de una escuela privada durante el paro. Aunque las causas fueron multifactoriales, la educación en el país fue uno de los elementos claves del descontento social. En esto, el colegio comentaba sobre la importancia desde nuestro quehacer y de hablar sobre lo que sucedía con los alumnos. Ellos mismos tenían varias inquietudes al respecto. Me vi sumergida en un territorio lleno de contradicciones. Mientras que algunos docentes pusimos nuestros esfuerzos en involucrar en clase conceptos como la justicia social, dignidady equidad, para que los estudiantes tuvieran una mejor comprensión de la situación y de su rol en ella, otros decidieron no ahondar en el tema ni responder a la curiosidad de los niños por miedo a caer en el adoctrinamiento y la politización extremista.

Ahora bien, es necesario reconocer que asumir el primer rol no es tan fácil y menos en un evento como un paro, donde se corre el riesgo de ser estigmatizado y hasta perseguido. El identificarse como un intelectual transformador (Giroux, 2001) cuyas enseñanzas transcienden el aula requiere varias competencias y tiene que ver también con la identidad docente. Freire (2018) concibe que cumplir ese papel exige entre otras cosas, proponer métodos que propendan el pensamiento crítico, poseer la competencia profesional y enseñar desde la “aprehensión de la realidad” (p. 117); pero también desde el amor y la esperanza. Además de estos dos últimos, considero que también es necesario ser valiente y estar dispuesto a oponerse a la injusticia. Igualmente, Giroux (2001) y Kincheloe (2008) identifican que los profesores necesitan aprender a leer la realidad y construir estrategias para gestar la reflexión en el aula. Una de esas estrategias debería incluir la competencia pedagógica digital ya que durante el paro, los estudiantes recibieron un gran flujo de información a través de las redes sociales y es vital enseñar cómo discernir lo verdadero de lo falso. Lamentablemente, no en todas las instituciones formadoras de maestros se apuesta por el desarrollo de estas habilidades, sin que esto quiera decir que no podemos analizar la posibilidad de repensar nuestra identidad, adquirir una postura y trabajar para deconstruir nuestra práctica.

La relevancia y vigencia de estos dicursos para nuestro contexto viene determinada por las experiencias que como docentes vivimos a diario en el país y que nos exigen repensar nuestra identidad. Para concluir, el rol docente en relación al contexto está vinculado con la intención de impulsar una educación transformadora; esto demanda la formación en metodologías, conocimientos, un conjunto de habilidades y , también, sensibilidad frente a las circunstancias que caracterizan un momento como el estallido social que vivió el país. El objetivo de estos aprendizajes, que bien podrían fortalecerse desde el pregrado o construirse de forma autónoma, es gestar en compañía del estudiante una estructura lingüística y política que le permita cumplir también su papel: actuar en la sociedad, resistir y formar su subjetividad para razonar con fundamento y contribuir al cambio social.

Referencias

Fernandes, J. V. (1988). From the theories of social and cultural reproduction to the theory    of resistance. British Journal of Sociology of Education9(2), 169-180.

Giroux, H. (2001). Los profesores como intelectuales transformativos. Revista                  docencia, 15, 60-66.

Kincheloe, J. L. (2008). La pedagogía crítica en el siglo XXI: Evolucionar para sobrevivir. En McLaren, P. & Kincheloe, J. L.(dir.), Pedagogía crítica. De qué hablamos, dónde estamos (pp. 25-69). Graó.

Martínez, R. M. P., & Rondón, G. M. (2018). Formación docente y pensamiento crítico en   Paulo Freire. Buenos Aires. CLACSO.

McLaren, P. (2012). La pedagogía crítica revolucionaria. El socialismo y los desafíos   culturales. Herramienta. Colección Pensamiento Crítico.

Ocampo López, J. (2008). Paulo Freire y la pedagogía del oprimido. Revista Historia     de la Educación Latinoamericana, (10), 57-72. https://www.redalyc.org/pdf/869/86901005.pdf

Perrenoud, P. (2004). Desarrollar la práctica reflexiva en el oficio de enseñar:   profesionalización y razón pedagógica (Vol. 1). Graó.


[1] Redacción El Tiempo. (8 de Abril de 2021). Profesora es atacada en redes por pedir tareas sobre falsos positivos. El Tiempo. Recuperado de https://www.eltiempo.com/justicia/profesora-es-atacada-en-redes-por-pedir-tarea-sobre-falsos-positivos-579448

[2] Redacción Semana. (4 de Mayo de 2021). Video: Estudiante del Rosario denuncia que profesor la insultó y expulsó de clase por rechazar las muertes durante el paro. Revista Semana. Recuperado de https://www.semana.com/nacion/articulo/video-estudiante-del-rosario-denuncia-que-profesor-la-insulto-y-expulso-de-clase-por-rechazar-las-muertes-durante-el-paro/202131/