28 de noviembre de 2017
“Retos de la educación en Colombia”
A partir de la Ley General de la Educación de 1994, hito clave en el sistema normativo de Colombia, el país ha venido pasando por cambios y transformaciones en todo el sistema educativo. Hay avances significativos en diferentes frentes para garantizar su la calidad: desde programas que enfatizan e intentan garantizar la atención a la primera infancia (la política “De 0 a Siempre”, por ejemplo), hasta iniciativas más recientes de la mejoría de la calidad de la formación de los educadores en las licenciaturas
Roberta Flaborea Favaro
A partir de la Ley General de la Educación de 1994, hito clave en el sistema normativo de Colombia, el país ha venido pasando por cambios y transformaciones en todo el sistema educativo. Hay avances significativos en diferentes frentes para garantizar su la calidad: desde programas que enfatizan e intentan garantizar la atención a la primera infancia (la política “De 0 a Siempre”, por ejemplo), hasta iniciativas más recientes de la mejoría de la calidad de la formación de los educadores en las licenciaturas (Resolución 02041 del MEN, de febrero del 2016) y el Programa de Alimentación Escolar (Conpes 151, del 3/5/2016).
Sin embargo, aunque el país reconoce y valida la educación como legítima y necesaria, formadora de ciudadanos que transforman el país, las instituciones educativas como espacios de socialización y aprendizajes diversos, más en un momento de posconflicto, se observan problemáticas que deben ser enfrentadas y resueltas. Entre los desafíos más relevantes de la educación en Colombia se pueden destacar a nivel nacional, local e institucional, cuatro: (a) la universalización de la educación pública de calidad; (b) la valorización de los profesionales de la educación; (c) la formación del profesorado en las licenciaturas y -no menos importante-; (d) el fortalecimiento de las instituciones educativas.
En primer lugar, Colombia avanza hacia la universalización de la educación pública de calidad. Aunque hay un fortalecimiento de la infraestructura de los colegios públicos (por ejemplo, los mega colegios en barrios como Bosa y Suba en Bogotá), aumentando considerablemente los cupos en la última década, todavía es preciso materializar la garantía de la calidad de la formación de los niños, niñas y jóvenes. Se puede pensar que la calidad es la consecuencia de múltiples factores de diverso grado de complejidad, siendo la formación del profesorado uno de estos -no el único-.
En Colombia la formación docente es impartida principalmente en las licenciaturas ofrecidas por instituciones públicas y privadas. En los últimos años algunos estudios han sido realizados destacando la necesidad de la mejoría de la formación docente, como los artículos de la profesora Gloria Calvo, de la Universidad de la Sabana, y las profesoras Libia StelIa Niño y Graciela Fandiño, de la Universidad Distrital. Las investigadoras destacan los siguientes problemas en las licenciaturas: la poca relación entre la teoría y la práctica, el enfoque de la formación en la psicología como ciencia de la educación, la poca orientación de los futuros maestros con relación a las políticas educativas, el fenómeno de la “feminización” de la docencia, la poca investigación académica y en la práctica (investigación-acción formativa) de calidad realizadas en las universidades. También, se observan las universidades concentradas en los principales centros urbanos, inviabilizando el acceso a muchos de los estudiantes en zonas rurales o apartadas. El reto está en superar estos problemas, estableciendo licenciaturas que formen profesores críticos y reflexivos, teóricos y al tiempo prácticos, que identifican contextos, investiguen y actúen frente a las necesidades sociales, con una comprensión global, pero con un actuar local.
Además, se identifica el desinterés de los jóvenes en acceder a los programas de licenciatura, pues la docencia es considerada una profesión “de segunda clase”, inferior a las ingenierías, medicina o derecho. Los que se arriesgan a entrar a la carrera docente generalmente provienen de familias con bajos recursos económicos. Con base en lo anterior, aunado a los bajos salarios a lo largo de toda la carrera profesional, generalmente impiden a muchos profesores el seguir estudiando formalmente. Agregando a esto otros diversos factores, se perpetua la cultura de la poca valorización de la docencia.
Esta situación genera problemas graves como la falta de docentes en determinadas regiones del país y con ciertas poblaciones, como es el caso específico de la población infantil. De acuerdo al informe Metas Educativas a 2021 (OEI, 2010), apenas el 45% de los docentes, cuidadores y otros profesionales en primera infancia en Colombia tienen un título oficial, índice inferior a países como Argentina (95.7%), Brasil (86.9%) y Chile (81%). Las madres comunitarias (en su gran mayoría trabajadoras con poca o ninguna formación oficial) son fundamentales para suplir la falta de profesionales en este nicho educativo.
Además, como destaca el informe de la Fundación Compartir del 2013 (“Tras la Excelencia Docente”), se establece una relación intrínseca entre la valorización de la docencia y la mejoría de la calidad en la educación. Ofrecer salarios más dignos, situaciones laborales más llamativas, entre otros, motivan a los estudiantes a tener los programas de licenciatura como profesión a dedicar toda su vida.
Las condiciones de trabajo también son consideradas grandes retos a nivel institucional. Generalmente se observa la dirección de las instituciones escolares enfrentándose a retos administrativos y burocráticos en detrimento de los retos pedagógicos, este último a cargo del coordinador pedagógico que generalmente en los colegios públicos está sobrecargado. Los espacios de discusión de equipo internos también acaban relegadas a la toma de decisiones burocráticas, culminando en la poca discusión entre los profesores y siendo un obstáculo a la innovación pedagógica y a ambientes de aprendizaje retadores. De esta manera, los profesores se sienten asilados en su quehacer diario, sin espacios de discusión e intercambio efervescente y consecuentemente desmotivados. Habría que concretar acciones que transformen las instituciones educativas en organizaciones que aprenden y fomentan el desarrollo profesional situado.
Para finalizar, Colombia ha dado los primeros pasos para enfrentarse a los grandes retos de la educación, intentando ponerse al día con los nuevos retos a nivel mundial. Entretanto, es necesario entender que toda la sociedad es responsable de la mejoría en la calidad de la educación. Es a partir de los retos que se deben plantear acciones en conjunto que impacten el sistema educativo y, consecuentemente, la sociedad. Por lo tanto, las alianzas deben ser trazadas para promover espacios de colaboración y aprendizajes en conjunto. De esta manera la sociedad como un todo cambia positivamente y se beneficia de los aprendizajes que promueve la educación.