Ciencias de la Educación

19 de agosto de 2021

Educación alternativa “El camino hacia las prácticas humanizantes”.

Mariluz Parra Ortiz

La palabra educar se podría definir como el desarrollo de las facultades intelectuales, morales y afectivas de una persona, o al menos, eso aparece en el diccionario. Las instituciones educativas y sus actores  han obviado durante años el concepto, adoptando una postura rígida y subjetiva en el proceso formativo. Han centrado su discurso en la práctica conceptual, memorística y repetitiva, entorpeciendo de esta manera el proceso de aprendizaje.

Tal proceso se entorpece cuando no se le permite a los estudiantes  reflexionar sobre su actuar académico y humano; de la misma manera que, como docentes, no exista una autoevaluación que conlleve al cuestionamiento de la práctica. Es imposible desarrollar las facultades intelectuales, morales y afectivas de un individuo en un espacio limitado a la mera transmisión de conceptos.

Para poder dar una verdadera significación a la palabra educar se debe empezar por reflexionar sobre la práctica educativa e involucrar en esta a la educación alternativa. Según Briceño (2009), esta induce a la creación de ambientes de aprendizaje en donde las motivaciones e intereses de los estudiantes son utilizados como estrategias creadas por los docentes para lograr en ellos un aprendizaje  interactivo, activo, cooperativo y experimental en el aprendiente.

En concordancia con lo anterior, la educación debe replantear, rápidamente la fijación que tiene sobre el transmitir contenido y conceptos a los estudiantes y asumir una postura reflexiva la cual, desde las prácticas humanas, los conlleve a la producción de conocimiento, acción que seguramente generará placer por aprender, mientras se desarrollan destrezas para estimular la autogestión, la autorregulación y la autoevaluación.

Esta nueva manera de plantear la educación debe anteponer lo humano a los contenidos, toda vez que se debe tener en cuenta en el proceso de enseñanza la importancia y necesidad de gestionar un ambiente tranquilo en donde el respeto, los valores, la diversidad y la cooperación sean las bases para la aprehensión, búsqueda y desarrollo del conocimiento, ya que la armonía y la aceptación generan en el estudiante gusto y motivación con respecto al aprendizaje y a su permanencia académica. Sandoval (2014) afirma que:

en la medida que la convivencia escolar se verifique en un clima de respeto y tolerancia, sustentada en valores como la cooperación y la confianza, la gestión del conocimiento -entendido como un proceso donde los conocimientos y comunicaciones son orientados hacia un objetivo con habilidad y sabiduría- será más eficiente, redundando en mejores aprendizajes, contribuyendo con ello a mejorar la calidad de la educación. (p.154)

 

Por ello, la necesidad de incluir, fomentar e implementar la reconstrucción humana del conocimiento en las cátedras y en los contenidos del proyecto educativo institucional (PEI) como instrumento teórico debe ser llevado pedagógicamente al aula. Lo anterior se debe constituir en una acción urgente y necesaria en este momento de cambios agresivos que atraviesa el mundo, con miras a generar una nueva concepción de vida en donde se promueva en los estudiantes la importancia de construirse desde lo humano antes que ofrecerse al mundo como producto. Soubal (2008) afirma que “los alumnos son otros, el entorno es otro y la sociedad en que estamos es otra más globalizada y modernizada, con la riqueza material como eje central, con el insuficiente tratamiento de lo afectivo y los valores” (p.8)

En este orden de ideas, humanizar la educación es un reto ineludible para todos los que aún creen que el cambio inicia por manos propias y que a través de la mediación pedagógica se puede incentivar a los estudiantes a su propia construcción, a la vez, que se apropian del mundo y de sí mismos, haciendo de la práctica humana un puente entre la vida y el ser con la producción de conocimiento. Es allí donde se educa para la significación, para gozar la vida, para la incertidumbre, para convivir, para apropiarse de la historia y para la expresión, tal como lo mencionan los seis principios que rigen la mediación pedagógica.

Referencias

Briceño, M. (2009). El uso del error en los ambientes de aprendizaje: una visión transdisciplinaria. Revista de teoría y didáctica de las ciencias sociales, (14), 9-28.

Sandoval, M, (2014). Convivencia y clima escolar: claves de la gestión del conocimiento. Proyectos de juventudes.

Soubal, S. (2008). La gestión del aprendizaje Algunas preguntas y respuestas sobre en relación con el desarrollo del pensamiento en los estudiantes: Santiago, Chile: Polis, revista de la Universidad Bolivariana.