Ciencias de la Educación

24 de octubre de 2017

Escritura: ¡Responsabilidad de todos!

La escritura vista como proceso que se fortalece con el tiempo, ha sido entendida como responsabilidad de la escuela, en donde los maestros de lengua son quienes llevan los créditos o críticas a dichos procesos. Sin embargo, el texto Referentes para la didáctica del lenguaje en el tercer ciclo (Guzmán R., Varela S. y Hernández J. 2010) presenta de manera clara, que esta, es una actividad que se da durante el desarrollo de la vida de las personas, es de carácter social y que se hace más compleja y profunda conforme los sujetos crecen y enriquecen sus experiencias no solo de tipo académico, también vivenciales.

Mayelly Velásquez Parra

Maestrante Tercer Semestre

Maestría en Educación modalidad Profundización

La escritura vista como proceso que se fortalece con el tiempo, ha sido entendida como responsabilidad de la escuela, en donde los maestros de lengua son quienes llevan los créditos o críticas a dichos procesos. Sin embargo, el texto Referentes para la didáctica del lenguaje en el tercer ciclo (Guzmán R., Varela S. y Hernández J. 2010) presenta de manera clara, que esta, es una actividad que se da durante el desarrollo de la vida de las personas, es de carácter social y que se hace más compleja y profunda conforme los sujetos crecen y enriquecen sus experiencias no solo de tipo académico, también vivenciales. Es la puerta de entrada a la cultura y el complemento de la oralidad que vincula a los sujetos con la sociedad, pero que los hace individuos capaces de reflexionar críticamente, de pensarse y transformarse.

Desde esta perspectiva, se presentan distintos modelos, como los abordados por Álvarez y Ramírez (2006) que denotan variedad de investigaciones que se han realizado en pro de entender cómo la escritura afecta a los contextos y a los individuos. Otros, como el de Nystrand, Candlin y Hyland (Alvares & Ramírez. 2006) vinculan los intereses de los usuarios de la lengua, sus contextos, realidades e intenciones presentado una visión socio-lingüística, más completa u holística del proceso. Por tanto, y según los autores en mención, es importante resaltar que el proceso de escritura, necesita del desarrollo cognitivo, de las estructuras, de la lógica, de la organización del pensamiento, para poder generar sentido y significado a lo que se transmite. Este proceso requiere al mismo tiempo de un contexto, de unos usuarios de la lengua, lectores y hablantes, quienes interpreten y reciban aquellos mensajes, conocimientos y significados que se quieren comunicar.

Tener claridad sobre la importancia de la escritura como proceso y eje transversal del desarrollo humano, no como una asignatura a cargo del docente de lengua, es un aspecto a considerarse. Dejar la transmisión de contenidos de lado, para generar procesos de escritura que permitan la expresión de los estudiantes, pero que al mismo tiempo tengan significado para ellos y los reafirme como sujetos culturales transformadores, es uno de los retos de la escuela. Escribir el texto por el texto supone un gran esfuerzo por parte de los estudiantes, más aun, cuando sus producciones terminan rechazadas,  mutiladas o subvaloradas, sin hacer un ejercicio consciente de realimentación y fortalecimiento del proceso (Alvares y Ramírez.2006).

Los mismos autores señalan que “a escribir se aprende escribiendo” (Alvares & Ramírez. 2006, p. 44), y es allí en donde el docente desempeña un papel crucial, ya que la orientación de la escritura se debe dar de manera natural, dejando claro que dicho proceso no termina en un determinado grado de escuela, sino que se construye día a día y es una forma de mantener viva la memoria y de preservar los sentires y conocimientos de un momento determinado. La transversalidad de la escritura, posibilita el encuentro con otras disciplinas, por ello, la ortografía, la coherencia y cohesión de un texto no son tema exclusivo de español. Es más, desde la interdisciplinariedad se puede generar de manera natural la producción de tipologías textuales que cumplan con los parámetros cognitivos y tengan funciones sociales claras.

La tarea está en repensarnos como docentes, en la forma en que propiciamos este proceso humano en nuestros estudiantes. Es importante darse el tiempo para mostrarles que escribir no es volcar unas palabras, que ni si quiera están claras para ellos, en un papel, además con el fin de obtener una valoración. Que no es una competencia exclusiva de una asignatura, y que no termina con el año escolar o el grado de bachiller. En este sentido, los docentes de todas las disciplinas deben involucrarse y hacer su aporte al proceso, ya que en todas y cada una, se requiere tanto de la oralidad como de la escritura para generar conocimientos e interpretaciones críticas del mundo.

Así mismo, la evaluación del proceso, de la comprobación del nivel de competencia es un aspecto a trabajar. Mientras sigamos concentrados en medir, en cuantificar, en emitir juicios de valor, más que en motivar la escritura, la expresión del pensamiento; en realimentar, reforzar y dar utilidad a lo que escriben nuestros estudiantes haciéndolo parte de su realidad y de su cotidianeidad, no se logrará ir más allá de donde nos encontramos actualmente. Es indiscutible que para que el proceso de escritura mejore, el cambio se debe generar desde los mismos docentes, que poco escribimos y olvidamos el esfuerzo, dedicación y constancia que la escritura exige. Si la escritura es preservar la cultura, construir tejido social, expresar el pensamiento mediante las funciones superiores del cerebro para significar y reorganizar el mundo, es pues, nuestra responsabilidad hacer que los estudiantes se apropien de ella, la resignifiquen y cualifiquen día a día.

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Referencias bibliográficas