25 de septiembre de 2018
LA COMPETENCIA INTERCULTURAL COMO PUENTE ENTRE LAS LENGUAS Y LAS CULTURAS
A causa de la reciente difusión de la propuesta de educación intercultural, especialmente para las aulas de lengua extranjera, la relación entre lengua y cultura ha sido ampliamente discutida en el campo de la enseñanza y aprendizaje de lenguas.
Laura Flórez Díaz M.A.
A causa de la reciente difusión de la propuesta de educación intercultural, especialmente para las aulas de lengua extranjera, la relación entre lengua y cultura ha sido ampliamente discutida en el campo de la enseñanza y aprendizaje de lenguas. A pesar de que algunos autores, entre ellos Risager (2007), reconocen que hay algunos fenómenos culturales que no requieren de la mediación de la lengua y algunos actos lingüísticos donde la cultura no interviene, la fuerte correlación entre la lengua y la cultura, en casi todas sus manifestaciones, es innegable (Liddicoat & Scarino, 2013). Como lo proponen Morgan y Cain (2000), la lengua es siempre parte de un contexto y una cultura. De esta forma, desde las estructuras cognitivas hasta la selección de los ítems lexicales de cada producción escrita y verbal están bajo la influencia de los rasgos culturales de cada individuo.
Es por esto que es necesario reconocer y comprender las culturas ligadas a las lenguas que se enseñan. Subestimar la importancia de la cultura cuando se aprende una lengua extranjera puede llevar a “una comprensión superficial y equivoca donde se ignoran los contextos culturales de las comunidades y los individuos” (Morgan & Cain, 2000, p.5). Adicionalmente, el hecho de abordar elementos culturales y el desarrollo de una lengua extranjera están interrelacionados, pues se ha demostrado que el fortalecimiento de uno de estos aspectos refuerza directamente al otro (Popescu & Iordachescu, 2015; Semaan & Yamazaki, 2015).
La cultura influencia a la lengua de múltiples maneras. En primer lugar, la cultura regula el uso de la lengua puesto que hay reglas culturales implícitas que definen lo que se considera apropiado e inapropiado en cada comunidad. Incluso si este aspecto parece simple, es fundamental cuando se interactúa con otros culturales[1]. Es por esto que los hablantes no nativos de una lengua deben reconocer estos parámetros pues puede que difieran de aquellos a los que están habituados en su lengua materna. En segundo lugar “la lengua lleva y crea significado sin importar en qué lugar del mundo y quién la usa” (Risager, 2007, p.170); en otras palabras, los elementos lingüísticos representan y comunican la forma en la que los individuos conciben el mundo. De acuerdo con lo anterior, cuando se aprende una lengua extranjera el individuo no solo traduce los elementos formales de una lengua a otra, además entra en contacto con diversas formas de aproximarse a la realidad (Liddicoat & Scarino, 2013). De acuerdo con Byram y Grundy (2003), los cambios en las culturas transforman también las lenguas dado que estas últimas son “adaptables y sensibles a las nuevas metáforas conceptuales de las culturas a las que dan voz” (p.30).
Aun cuando los efectos de la cultura en la lengua son más fáciles de percibir, la lengua tiene también un rol indiscutible en la configuración de la cultura. Si se considera que “el desarrollo de una persona como ser social y cultural tiene lugar a través de la adquisición de la lengua como herramienta para pensar y actuar” (Risager, 2007, p. 167), es claro que los seres humanos usamos la lengua para mediar entre nosotros y la realidad. Hubiese sido imposible construir y perpetuar prácticas, símbolos, valores y creencias culturales sin la existencia de la lengua como un código compartido dentro de las comunidades. Asimismo, diferentes lenguas e incluso variedades de la misma lengua han desarrollado diversas formas de entender el mundo porque la lengua es una herramienta que permite establecer categorías culturales (Morgan & Cain, 2000).
Surge entonces la Competencia Intercultural como un puente entre las lenguas y las culturas dado que permite a los individuos la construcción de significados compartidos con personas de diferentes nacionalidades, grupos, creencias y valores. Ser competente interculturalmente significa ser capaz de reconocer las múltiples identidades y complejidades que cada ser humano supone y navegarlas para asegurar el mutuo entendimiento (Byram, Gribkova & Starkey, 2002). Un interlocutor intercultural entiende que los otros culturales no pueden ser reducidos a estereotipos o simplificados por prejuicios, puesto que al no estar determinados por parámetros externos deben descubrirse a través de la interacción. Por consiguiente, el encuentro con los otros no debe ser el resultado del conocimiento que se cree tener sobre ellos, sino el resultado del reconocimiento (Abdallah-Pretceille, 2006). Es por esto que se puede afirmar que “la comunicación intercultural se entiende como comunicación basada en el respeto por los individuos, la equidad y los derechos humanos como pilares democráticos para la interacción social (Byram, Gribkova & Starkey, 2002, p. 5).
Contrario al abordaje que se le da comúnmente en las clases de lengua, ser competente interculturalmente no está relacionado con el acumular conocimientos acerca de la historia, tradiciones o prácticas de los países donde se habla la lengua que se aprende (Liddicoat & Scarino, 2013). En lugar de adquirir una serie de habilidades que deben exhibirse durante la interacción, la competencia intercultural involucra el proceso de auto-reconfiguración a través de la reflexión sobre las experiencias compartidas con otros culturales (Holmes & O’Neill, 2012; Uzum, 2017). Al desarrollar la competencia intercultural, los individuos interactúan significativamente con el lenguaje y la cultura, tejen significados para estas nociones, reflexionan sobre su propia realidad, identifican diferencias con la de los otros y, en cierta medida, reconfiguran su identidad porque “se exploran, problematizan y redibujan las fronteras entre el ser y los otros” (Liddicoat & Scarino, 2013, p.49). En resumen, la competencia intercultural es una habilidad compleja que supone el reconocimiento, la reconfiguración y el desarrollo de aspectos cognitivos, afectivos y comportamentales (Lee, Williams, Shaw, & Jie, 2014).
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Referencias
Abdallah‐Pretceille, M. (2006). Interculturalism as a paradigm for thinking about diversity. Intercultural Education, 17(5), 475-483.
Byram, M., Gribkova, B., & Starkey, H. (2002). Developing the intercultural dimension in language teaching. A practical introduction for teachers. Strasbourg: Council of Europe.
Byram, M., & Grundy, P. (2003). Context and culture in language teaching and learning. Clevedon: Multilingual Matters.
Holmes, P., & O’Neill, G. (2012). Developing and evaluating intercultural competence: Ethnographies of intercultural encounters. International Journal of Intercultural Relations, 36(5), 707-718. doi:10.1016/j.ijintrel.2012.04.010
Lee, A., Williams, R. D., Shaw, M. A., & Jie, Y. (2014). First-year students’ perspectives on intercultural learning. Teaching in Higher Education, 19(5), 543-554. doi:10.1080/13562517.2014.880687
Liddicoat, A. J., & Scarino, A. (2013). Intercultural language teaching and learning. John Wiley & Sons.
Morgan, C., & Cain, A. (2000). Foreign language and culture learning from a dialogic perspective. Clevedon: Multilingual Matters.
Risager, K. (2007). Language and culture pedagogy: From a national to a transnational paradigm. Clevedon: Multilingual Matters.
Popescu, T., & Iordachescu, G.-D. (2015). Raising students’ intercultural competence through the process of language learning. Procedia – Social and Behavioral Sciences, 197, 2315-2319. doi:10.1016/j.sbspro.2015.07.259
Semaan, G., & Yamazaki, K. (2015). The relationship between global competence and language learning motivation: An empirical study in critical language classrooms. Foreign Language Annals, 48(3), 511-520. doi:10.1111/flan.12146
Uzum, B. (2017). Uncovering the layers of foreign language teacher socialization: A qualitative case study of Fulbright language teaching assistants. Language Teaching Research, 136216881561433. doi:10.1177/1362168815614338
[1] De acuerdo con Holmes and O’Neill (2012), el término otro cultural se refiere a los individuos que no comparten un trasfondo cultural.