Ciencias de la Educación

26 de abril de 2021

La enseñanza del lenguaje no tiene distancia

Mariluz Parra Ortiz

Son meses de confinamiento, pensando en la manera de llevar la práctica pedagógica al hogar de cada menor y que esa práctica desarrolle en ellos un aprendizaje real, significativo.

Diversos desafíos diarios a los que los docentes se enfrentan en medio de esta pandemia, impiden el regreso a las aulas. Entre estos, está el de pensar diariamente cómo llamar la atención de los estudiantes a través de la pantalla del computador, pues era de esperarse que la mera transmisión de conceptos no iba a satisfacer las necesidades de quien aprende.

El simple hecho de alejarse de la institución educativa crea un sesgo muy fuerte entre quién enseña, lo que se enseña, quién aprende y cómo lo aprende, debido a siglos y siglos de presencialidad. Por estas razones el desafío crece cuando se deben adquirir fortalezas en el uso de herramientas virtuales para la práctica pedagógica que permitan el acercamiento entre quienes lo requieran.  “Desafío-casa-realidad-espacio”.

Se habla de las herramientas virtuales como  un desafío porque, para quien no las utiliza en la actualidad, resulta nada fácil entender. Y, aún más difícil, cuando se requiere ser más funcional en tecnología intempestivamente. De un día para otro, el docente se vio inmerso en un mundo ajeno y la virtualidad resultó ser un gran laberinto al que debía adaptarse para dar continuidad al proceso comunicativo. Los maestros tuvieron que hacerse rápidamente al mundo virtual y descubrir que esta herramienta interactiva permite  el desarrollo propicio de la clase y altera con menos intensidad la sociabilidad del aula.

Con el uso, la experimentación, los aciertos y desaciertos este desafío queda en gran medida superado, o, al menos, en proceso de mejoramiento y el monstruo gigante se convierte en una pequeña y dulce mascota, que, aunque amenazó fuertemente al docente y a los aprendices, hoy se convierte en el aliado del proceso educativo y por ende comunicativo.

La virtualidad y el confinamiento han permitido nuevos espacios de acercamiento, debido a que el trabajo cooperativo cambia su rutina: es, en la mayoría de los casos, el docente quien selecciona a los integrantes de cada grupo para desarrollar una actividad. De esta manera, se abren las opciones de relación con otros compañeros de clase. El trabajo en equipo permite la solución de inconvenientes y mal entendidos entre sus participantes. Así, se cultivan afianzando las relaciones interpersonales y se aclaran las dudas que surgen en las temáticas abordadas.

La comprensión temática constituye un compromiso colectivo, pues el “grupo cooperativo” es el responsable de dar soluciones a sus propios inconvenientes con el fin de no verse afectado en los resultados. Este proceso se da a través de la conversación una actividad que acompaña al individuo diariamente y fortalece los espacios de acercamiento en medio de esta distancia física.

La interacción del trabajo en grupo, es un pequeño ejemplo de cómo el lenguaje y su versatilidad transita entre disciplina y disciplina, desde los géneros literarios como en la divulgación científica, convirtiéndose en una herramienta perfecta para combatir la distancia, en compañía de todos los elementos y opciones dadas por la virtualidad.

Por consiguiente, herramientas como padlet, Edmodo, Zoom, Animoto, Educaplay, bibliotecas virtuales, entre muchos otras, hacen posible la interacción entre docente-estudiantes y entre estos últimos. Se pueden desarrollar que potencialicen la observación, la escucha, la planificación y la producción del contenido; de la misma manera, se fortalece en los estudiantes la reflexión, la exploración, la seguridad, la escritura, la lectura, entre otros, en un espacio atractivo para ellos.

Indistintamente de la necesidad académica, es el lenguaje el eje fundamental en la vida que permite la sociabilidad del ser humano. Por lo tanto, la enseñanza del lenguaje una vez más surge como abanderada para superar nuevos retos. Nadie en este siglo se hubiera imaginado tener que atravesar  por una pandemia. Sin embargo, ella hizo entender a la humanidad que no solo existen Facebook, Instagram, WhatsApp, Snapchat, entre otros. Poder encontrar una nueva alternativa y aplicación del uso de herramientas tecnológicas amplía el conocimiento y permite una nueva manifestación del lenguaje. Seguramente fortalecerá el proceso académico y replanteará, a su vez, la manera de enseñar y de aprender.

Además de las diversas funciones y compromisos que adquiere el docente en medio de su práctica, él mismo se convierte en un agente de cambio social. Si es el encargado de enseñar lenguaje, el docente se transforma, indiscutiblemente en una propuesta sociocultural, multimodal y funcional; así lo afirmó Alejandra Meneses, docente de la universidad de chile.

Si se piensa bien, desde la presencialidad, es la palabra que posibilita un encuentro donde se desarrollan y exploran los sentidos, las habilidades, pero, lamentablemente no se le dedica el tiempo que requiere.

Desde la virtualidad y en estos meses de confinamiento, se ha desarrollado un nuevo surgimiento social, familiar, personal y académico que permite la construcción de sentido, en un acercamiento así mismos. A la vez, se ha generado el espacio para la reflexión. Algo importante en el ser y que ha sido desarrollado o fortalecido, a través de lo multimodal donde la oralidad permite que el mensaje visual se destaque en la construcción de la literatura y del discurso en cualquier área.  Entre tanto, la propuesta funcional permite un encuentro directo con la palabra con el fin de que el docente como agente de cambio pueda, de cierta manera, transformar la realidad de quién lo sigue. De la misma forma, los estudiantes en medio de la divulgación de sus ideas y pensamientos, participan de esa reflexión y cambio, haciendo uso de variados medios de expresión en línea, lo que les permite algo de libertad en medio del encierro y la distancia.

En la red existen miles de opciones que pueden ser aprovechadas en las clases de lenguaje y que hacen que los estudiantes escojan y naveguen a través del uso de sus habilidades en todo su esplendor. Pueden tener encuentros entre libros y sus autores. Estos últimos en compañía de algunas editoriales, han dado acceso a sus libros sin restricciones. Han proporcionado espacios de creación para elaborar comics, historietas, cuestionarios y talleres interactivos, libro álbum, lecturas no literarias, talleres de teatro, de ciencias y de matemáticas. Van de libros a películas o viceversa, es decir, un sin números de lugares virtuales e interactivos que generan interés en los estudiantes y que, reitero, brindan un espacio de encuentro que afianza la seguridad  en sí mismos y por ende fortalecen su discurso e interacción.

En conclusión, la enseñanza del lenguaje hace navegar a los estudiantes en un mar de conocimiento que indudablemente permite una libertad mental, comunicativa y por lo tanto discursiva capaz de atravesar todas las disciplinas, a la vez que fomenta la humanización desde sus reflexiones. Para la enseñanza del lenguaje lo más importante es hacer que las actividades se adapten a las herramientas virtuales, de tal manera que tanto propósitos como objetivos se mantengan claros y pertinentes. Gran parte de esos objetivos deben apuntar a la humanización que no se debe dejar fuera de los procesos formativos y menos ahora en donde la distancia física prevalece.