Ciencias de la Educación

26 de octubre de 2019

¡NIÑOS A LEER, MAESTROS A INSPIRAR…!

Martha Claudia Ayala Cruz

Cerca de la imponente ciudad de Bogotá, queda ubicado el municipio de La Calera y a escasos treinta minutos de allí, se encuentra la Institución Educativa Departamental La Aurora, la cual cuenta con cinco sedes rurales, una de estas es la Sede Rural El Triunfo; es una escuela multigrado que actualmente cuenta con 71 estudiantes y tres maestras. La mayoría de los estudiantes son oriundos de la vereda y sus familias se dedican a los oficios del campo.

En el año 2015 llegué a esta institución gracias al concurso de méritos y empecé a trabajar con los grados 3°,4° y 5° orientando todas las asignaturas y aunque mi Licenciatura era con énfasis en Lenguaje, al preparar las clases me parecía muy interesante leer, y estudiar sobre contenidos nuevos para mí o sobre los que hace mucho tiempo no indagaba.

Pero, sobre todo, llegar a esta escuela fue una de las satisfacciones más importantes de mi vida, pues toda mi primaria la estudié en un aula multigrado y fue mi maestra la que me inspiró para ser la docente que ahora soy, por lo que las expectativas y motivaciones para trabajar por esta comunidad no se hacían esperar.

Con mucho entusiasmo llevaba al aula material para trabajar con mis estudiantes y con gran asombró observaba la alegría que causaba en los niños llevarles libros de literatura infantil, cuentos, libros álbum, historietas y muchos más. Me llamaba mucho la atención observar como a la hora del recreo, la mayoria de niños preferían, antes que jugar, leer los pocos libros que había en la escuela y los nuevos que les estaba llevando.

Fue así como con el apoyo de la otra docente, pues en ese momento solo éramos dos maestras, iniciamos un proyecto para promover la lectura, la escritura y la oralidad en nuestra institución. Empezamos a indagar con los niños sobre sus intereses y fuimos planeando como aprovechar la gran posibilidad que teníamos de fortalecer las competencias comunicativas de nuestros estudiantes y a la vez mejorar los resultados en las pruebas Saber, sin imposiciones, solo aprovechando su propia motivación.

Emprendimos diferentes acciones para propiciar la lectura; con el poco material impreso organizamos una biblioteca en un salón viejito, hicimos una campaña denominada “La escuela quiere leer y tu puedes colaborar” en donde muchas personas nos donaron libros de literatura infantil y juvenil, enciclopedias y gran variedad de textos.

En una papelería del pueblo, las personas dejaban cajas llenas de libros, de los cuales muy pocos servían, pues la mayoria eran libros viejos que ya nadie usaba, por lo que decidimos recibirlos y reciclarlos.

Aún hacemos difusión cada vez que vemos la oportunidad y ya tenemos un gran inventario, el cual usamos con los niños de nuestra sede y compartimos con las demás sedes de la institución.

En un evento que se realiza en La Calera, año tras año, denominado Páramo Fest, logramos que para ingresar al concierto, que era gratuito, los asistentes llevarán un libro de literatura infantil o juvenil, y así conseguimos muchos libros en buen estado y aptos para ser utilizados.

En escritura la consigna era “escribir textos con propósitos a receptores reales”, así que empezamos a intercambiar cartas con los niños de la Sede San Cayetano, con gran emoción los niños escribían, recibían, respondían y enviaban sus cartas.

Con los pocos recursos con los que contábamos producto de la venta del reciclaje que surgía del material que nos donaban y que no estaban en buenas condiciones para ser utilizado,  elaboramos nuestro Periódico escolar al que por medio de un concurso en el que participaron las familias, lo llamamos “Triunfadores”, un proyecto en el que tanto estudiantes como padres contribuyeron con sus artículos, los cuales eran escritos por los niños en las clases de sistemas.

Era increíble, cada uno ponía su granito de arena y todos querían participar. De allí surgió el morral para la familia; una bolsa para hacer mercado en la que incluimos diversos tipos de texto; recetas, libros medicinales, libros para bebés, consultores visuales y muchos más, los cuales empezaron a viajar por todos los hogares de nuestros estudiantes.

En cuanto a la oralidad, gestionamos ante diferentes entidades y logramos visitar sitios de gran interés como el Teatro y la biblioteca Julio Mario Santo Domingo, las instalaciones del Periódico El Tiempo, el teatro ABC y el de Bellas Artes de Cafam.

Muchas cosas han pasado desde el 2015 hasta la fecha, nuestra escuela se fortaleció, la matricula se incrementó y una nueva docente se incorporó a nuestro equipo de trabajo, los docentes de las otras sedes y de secundaria paulatinamente se han involucrado y sus estudiantes se están beneficiando con el material conseguido, nuestros estudiantes mejoraron los resultados en las pruebas Saber y el gusto por la lectura aumentó.

Ahora los niños son protagonistas de su propio aprendizaje, eligen lo que quieren leer, coordinan y dirigen su biblioteca, inspiran a sus familias y los contagian de su entusiasmo.

Aunque voy a cumplir cuatro años en la institución, y aun me faltan muchas situaciones por contar, debo decir que luego de dieciocho años como docente, esta experiencia de trabajar en un aula rural multigrado ha sido una de las mejores y más significativas.

A menudo escucho como muchos colegas se quejan por las carencias que hay en sus instituciones, por la actitud de sus estudiantes frente a las clases que preparan para ellos, por los reclamos de los padres de familia, o por la actual situación de la educación en el país, y pienso que quizás tienen la razón y que cada queja, cada reclamo, cada circunstancia forma parte también de lo que debemos enfrentar en nuestro quehacer.

Entonces, creo que los maestros también tenemos muchas posibilidades; de gestionar, de movilizar, de hacer que otros reflexionen, pero sobre todo tenemos la oportunidad de inspirar, a través de nuestras acciones, de tomar lo que tenemos en nuestras instituciones, potencializarlo, empoderarnos de nuestra labor y construir opciones.