Ciencias de la Educación

24 de mayo de 2022

REFLEXIONES SOBRE LA EDUCACIÓN EN TIEMPOS DE EMERGENCIA SANITARIA

Abril de 2022.

Gina Alejandra Caicedo Bohórquez- Esperanza López Reyes- José Alejandro González Celia

  

Desde el año pasado, los autores de este artículo hemos estado realizando entrevistas con egresados de nuestras maestrías en el marco de la investigación “cambios en la práctica educativa en medio de la pandemia de los egresados de las maestrías en educación de la facultad de ciencias de la educación del Externado”. El propósito principal es comprender cómo se afectó el trabajo de aula de los graduados de nuestros programas de posgrado y cuáles aprendizajes obtenidos en la maestría les fueron útiles durante este período de “anormalidad educativa”. Definimos la “anormalidad educativa” como la afectación que se dio en los procesos educativos durante las etapas de confinamiento y aislamiento preventivo entre marzo de 2020 y noviembre de 2021.  

En primer lugar, cabe señalar que dada la complejidad del fenómeno educativo, las reflexiones que se presentan a continuación no son generalizables y de manera particular: las diferencias entre lo público y lo privado, que han sido una constante en Colombia, se siguen reafirmando. En segundo lugar, señalamos que las reflexiones iniciales han girado principalmente alrededor de tres elementos: las transformaciones en torno a lo pedagógico, las condiciones para el desarrollo de la práctica pedagógica y los aportes de la formación posgradual. Sin embargo, para este artículo en particular, nos centraremos en el primer elemento: las transformaciones en torno a lo pedagógico. Cabe señalar que lo aquí presentado no debe ser tomado como resultados parciales de la investigación.  

  

En este contexto, en el primer acercamiento a los datos, se ha evidenciado como, durante el período de emergencia sanitaria iniciado en marzo de 2020, las instituciones educativas buscaron una “normalización” de sus actividades. Esto significó para las instituciones privadas buscar la manera de mantener los horarios de clase de forma virtual con el fin de mantener la oferta prometida a las familias; y, para los colegios públicos, el reto de mantener las estadísticas de atención a los alumnos en los datos más altos posibles a través de guías y cartillas. En este sentido las soluciones didácticas fueron propuestas en su mayoría por los maestros, como se describirá a continuación.    

 Durante la pandemia, con el cierre masivo de las actividades presenciales en las instituciones educativas, hubo afán por sobrellevar el impacto de la mejor manera posible sin afectar los planes educativos. La preocupación por establecer formas de continuidad de los estudios en diversas modalidades a distancia, de alguna manera, obligó a que el maestro actuara con “normalidad” desde una tendencia heredada de adaptación y sumisión como agente responsable frente a las nuevas exigencias de “anormalidad social” donde el mundo entero se encontraba en riesgo.   

  

La sociedad en general y, en particular, el sistema educativo fueron poco críticos y buscaron soluciones inmediatas con tal de funcionar con “normalidad” en un momento y espacio donde nada era “normal”. Los maestros fueron los encargados de hacer esta mediación, trabajando mucho más que antes, sin horarios, afrontando de manera creativa, y sin tiempo para la elaboración las nuevas soluciones ante diversos retos sin resolver previos a la pandemia, más los nuevos retos generados por la pandemia para sobrellevar los supuestos de una “nueva  normalidad educativa”.    

  

En general las instituciones educativas, especialmente las del sector público, no ofrecieron a los profesores ningún tipo de orientación o indicación sobre cómo abordar los procesos educativos de los estudiantes.  En las reuniones de docentes, se hacía énfasis en aspectos logísticos o de cumplimiento (entrega de evidencias).  Se exigía a los profesores una “normalización” de la actividad educativa, pero donde no se daban alternativas para el logro de los objetivos propuestos.  Si en las instituciones educativas no hubo indicaciones sobre el trabajo en el aula, tampoco hubo apoyo en cuestiones logísticas: no se facilitó el acceso a computadores o dispositivos móviles y mucho menos se ofreció colaboración en los gastos extra tales como el aumento de ancho de banda en conexiones domésticas a internet o incluso la adquisición de nuevos computadores portátiles.  La indicación de “pasarse a lo virtual” fue acatada por los profesores entrevistados como cada uno pudo y con lo que pudo.  

  

De manera particular para el sector privado se evidenció un afán por cumplir con las promesas de valor a las que se habían comprometido con “sus clientes”. En este sentido, de manera muy rápida, los colegios gestionaron el ingreso a plataformas de comunicación sincrónicas y ampliaron o diversificaron sus comunicaciones asincrónicas. Esto permitió que la dinámica que se venía desarrollando en el escenario físico se trasladara a lo virtual, en un principio, sin mayor afectación de los tiempos destinados para cada asignatura. Posteriormente, y reconociendo el desgaste generado por el uso de las pantallas se realizaron adaptaciones en términos de los tiempos que durarían cada una de las clases, dejando algunos intervalos entre las mismas.    

  

En consecuencia, fue tarea y función de los maestros acomodarse al uso de las herramientas adquiridas por sus instituciones y realizar las adecuaciones metodológicas y didácticas necesarias para abordar los contenidos establecidos en las mallas curriculares.   

  

Ante esta evidencia, el período de emergencia sanitaria, el confinamiento y  el uso de herramientas virtuales para la educación trajo elementos negativos y positivos.  La pregunta para resolver, y no solo desde la academia sino desde el salón de clase es ¿cuáles aprendizajes obtenidos durante este período vale la pena mantener?   

Durante los años 2020 y 2021, el sistema educativo no se caracterizó por la innovación o la transformación, donde se vio retado para hacerlo debido a la situación de salud pública.  Con retos y dificultades se lograron algunos cambios como la integración de saberes o la mejor comunicación con las familias.    

  

La pregunta es si esos cambios son positivos y si deben mantenerse o no.